domingo, 31 de agosto de 2008

La Plancha de esPAÑA (El Chipirón, Fuengirola)

La frugalidad está acabando conmigo, pero nadie dijo que el camino del ascetismo sería sencillo. Tengo deberes frugales, que me pesan como losas, así que voy a aligerar un poco mi carga. Empezaré por El Chipirón, espectacular restaurante, que visité en el ya tristemente lejano mes de julio.

Si tuviera que definirlo con dos palabras, usaría las siguientes: La y Plancha (con mayúsculas ambas). Cuando uno visita una localidad turística como Fuengirola, resulta relativamente sencillo encontrar restaurantes de todo pelaje, frecuentados por, mayoritariamente, guiris (tanto españoles como extranjeros). Así que, cuando uno se da de bruces con un local en el que se dan las siguientes condiciones:

1- El número de clientes aborígenes ronda el 90 % de la clientela total.
2- El número de clientes guiris extranjeros es del 0,4 %.
3- El número de personas que esperan pacientemente en la calle para entrar supera muchas veces al número de clientes dentro del restaurante.

uno siente que se haya ante un lugar especial. Encontrarlo de casualidad debe ser uno de los mayores regocijos, pero yo fui conducido al mismo por Eltrape, acción que le sirvió para conseguir un polémico Tripalari de nivel uno, que no fue bien recibido, pero que, no obstante, ha sido oficialmente concedido.

Volviendo al restaurante, estamos ante un local de raciones y se trata de pedir pescado y marisco a la plancha. Imperdonable perderse las gambas, pecaminoso obviar el pulpo, delictivo ignorar los chipirones (aunque, aviso a los tiquismiquis, los planchizan enteros, sin limpiar del todo (cojonudos, proclamo para los escépticos)), herético repudiar las cigalas, inconcebible ignorar las coquinas. Saliendo de la plancha: necesarios los boquerones, míticas las patatas bravas y fuera de lugar las gambas al pilpil (única recomendación negativa, aunque no están malas, pero son un desperdicio comparadas con su versión a la plancha).

Los postres no merecen especial mención, ya que son industriales. Pero no importa: las raciones son espectaculares (más en calidad que en tamaño). Los precios son más que razonables, saliendo una cuenta (sin cigalas) a unos veinte-veinticinco euros por barba, con la tripa frugalmente repleta.

El aspecto del local es de restaurante-bar, pequeño, con La Plancha tras la barra, chisporroteando a la vista y el oído del público. El género se muestra en unas vitrinas acristaladas, a la derecha de la puerta. El ingente número de camareros sorprende, a tenor del tamaño del local. El trasiego de raciones es continuo y el ambiente, siendo algo ruidoso, resulta fundamentalmente agradable. 

El principal inconveniente es el citado en la condición tres: en los últimos dos veranos he acudido un mínimo de cuatro veces al restaurante y en todas me ha tocado esperar, bien fuera, bien en la barra. La espera merece la pena. No suele demorarse más de veinte minutos o media hora, en la que uno puede apurar una cañas con unas coquinas, por ejemplo, en la barra. No se lo pierdan.

1 comentario:

jesus dijo...

soy de alhaurin el grande;por circunstancias economicas hace tiempo que no os puedo visitar..lo que mas me gusta vuestro pulpo,con un barbadillo;se que no es opnion de un buen gourmett..pero es lo que me gusta junto con papas a la brava,.prometo volver,mas bien deseo volver;desde hace años.y asi lo hare.enhorabuena,sois capaces de crear una pequeña ilusion en las personas....esta ,que no es importante,por lo menos me hace tener la ilucion de volver alli..gracias.