jueves, 26 de febrero de 2009

TXistorra, TXipirones, anTXa, Rest. Barlovento

Una cosa está clara, cuando queremos comer bien y encuentras un buen restaurante vasco no hay parangón.

El Jueves pasado pasado quedamos la mákina del DPS, el homínido, Dr. Ingenieri y yo, asceta bebedor de rocío, a darnos un pequeño homenaje. No teníamos nada claro a donde ir así que anduve un poco por la interné a ver qué encontraba. Busqué por la zona del Muuu y del Nipón Taro dado que parece tiene una excelente concentración de restaurantes. Finalmente encontré uno en el Pº de la Habana, 84, "Barlovento"

Lo primero de todo se aparca bastante mal en esa zona y el restaurante tiene aparcacohes, que si lo hubiera sabido me hubiera ahorrado 6€ de parking. Cómo no la Mákina hizo uso del servicio, es lo que tienen los gentlemen.

Mientras esperábamos sacaron un aperitivo de txistorra y aceitunas gordas, BIEN gordas. Aceitunones con txapela, patxiiii! tendrán nombre técnico y si alguien lo sabe que me ilumine. La txistorra buenísima, recién hecha, le pedimos más y tardaron un poco en sacarla dado que la estaban haciendo.

Tras reunirnos los cuatro magníficos, para compartir pedimos:
- Ensalada de ventresca con habitxuelas tiernas, si no me equivoco.
- Txipirones encebollados
- Pimientos rellenos de rabo de toro

Como primeros:
- Txangurro a la bilbaina
- Bacalao con cebolla pochada
- Steak Tartar
- Rissoto de Boletus

De postre tomé Goxua casero, cafés y patxaranes.

Vino, tinto: Tagonius, DO Vinos de Madrid. (2 botellas)

El importe por cabeza fue de 55€. Tengo que decir que me pareció muy razonable, teniendo en cuenta la calidad y cantidad tanto de los entrantes como las raciones de los platos principales.

De los entrantes destacar los txipirones, que estaban buenísmos y los pimientos. No los había probado nunca rellenos de rabo y estaban francamente sabrosos. Además para que no nos peleáramos por los entrantes el propio camarero se encargó de servir a cada uno un cuarto de la ración.

Para preparar el tartar salieron con el carrito y me lo dieron a catar para ver si estaba a mi gusto. El txangurro tenía una pinta excelente. El rissoto que probé sabía a boletus, e incluso el troll del Dr. Ingenieri no fue capaz de acabárselo, de ahí saco que las raciones son generosas. En cuanto al pescado, fresco, y fue una recomendación y un acierto del maitre.

A los postres salió el cocinero y nos preguntó si todo había estado correcto y nos había gustado, e incluso nos dijo que tienen previsto cambiar la carta pronto, por si queríamos volver a ir a ver la nueva carta, cosa que pretendo ahora en primavera.

Buen restaurante vasco, con precios razonables dada la calidad y la cantidad del menú.

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